Santo Domingo.- A raíz del trágico suceso que enluta a la República Dominicana tras el colapso del centro de entretenimiento Jet Set, el expresidente de la República, Leonel Fernández compartió una extensa y sentida reflexión titulada “Sobre la Vulnerabilidad de la Vida”, en la que examina desde una perspectiva filosófica y existencial la fragilidad de la condición humana y el impacto colectivo del dolor que enlaza a toda una sociedad.
Fernández, líder del partido Fuerza del Pueblo, utiliza su columna “Observatorio Global”, para poner en palabras el desconsuelo que embarga al país, al tiempo que invita a una introspección colectiva sobre el sentido de la existencia, el valor de los momentos cotidianos y la inevitable presencia de la muerte en el horizonte humano.
“La tragedia del Jet Set nos induce a meditar sobre el significado de la vida. Con lo acontecido, la sociedad dominicana se ha visto estremecida, enlutada, entristecida”, inicia el expresidente, marcando el tono de un escrito cargado de sensibilidad.
Fernández explica que la noche que prometía ser un reencuentro festivo con la música de Rubby Pérez terminó convertida en una escena de devastación. Más de 200 personas perdieron la vida de forma abrupta, mientras otras tantas resultaron heridas y aún luchan por recuperarse. El evento, que reunió a personas de todas las edades y procedencias entre ellos empresarios, artistas, estudiantes y trabajadores terminó dejando una huella de dolor que trasciende clases sociales y territorios.
Frente a lo sucedido, Fernández se pregunta cómo en cuestión de segundos, un ambiente de alegría puede convertirse en un escenario de horror. Sus palabras no buscan respuestas técnicas, sino ahondar en la condición humana: su vulnerabilidad, su temporalidad, y, sobre todo, su capacidad para aferrarse a la vida incluso en medio de la incertidumbre.
La columna recurre a figuras como Séneca, Shakespeare y hasta Woody Allen para construir una narrativa que va del pensamiento clásico al sentido común de lo cotidiano. En este tránsito, Fernández propone una mirada sobre la vida como una sucesión de pequeños placeres y rutinas que, aunque triviales, son las que dan sentido a nuestra existencia.
“Vivimos a plenitud cada día cuando encontramos el desayuno sobre la mesa, llevamos nuestros hijos a la escuela…”, dice, recordando que la felicidad muchas veces reside en lo aparentemente insignificante.
Para el exmandatario, vivir también es asumir causas, propósitos que nos trascienden: la familia, la justicia, la libertad. Y todos ellos, afirma, están atravesados por el amor, “el sentimiento que nos vincula afectivamente con Dios, con la Patria, con nuestros padres, hijos y amigos”.
En su análisis, Fernández no evade la dimensión más trágica del acontecimiento: el corte abrupto del ciclo vital. Subraya que muchas de las víctimas estaban en plena juventud, lejos de alcanzar el límite biológico de la existencia. “Cuando eso no se produce, es porque el ciclo ha sido interrumpido en forma abrupta, generando mayor tristeza debido a que la partida se ha producido a destiempo”, señala.
La magnitud del duelo, expresa, no reside solo en la cantidad de vidas perdidas, sino en la forma repentina e inesperada en que esas vidas fueron arrancadas. Un polvo, un desplome, y el peso del dolor se abatió sobre toda una nación.
La reflexión cierra con un llamado a conservar la memoria de quienes ya no están, y a vivir con conciencia plena del presente. “Al final, todo llega a su fin; y cuando eso ocurre, lo que permanece es el recuerdo, la memoria de todo cuanto se hizo en nuestro paso por este mundo”.
El expresidente dominicano instó a la sociedad a vivir con propósito, con amor, y con la determinación de dejar un legado solidario. No se trata solo de una elegía, sino de un manifiesto sobre el valor de la vida, justo cuando más vulnerables nos sentimos ante su fugacidad.
“A las víctimas del Jet Set, nunca las olvidaremos”, concluye el exmandatario. Una frase que, más que promesa, se convierte en compromiso colectivo de memoria, justicia y amor por la vida.